“Llegaré a París mañana por la noche, no te laves”, le escribía Napoleón a Josefina, su mujer, cuando volvía de la guerra. Obviamente eran tiempos muy diferentes a los actuales: el olor corporal no sólo no se consideraba desagradable sino erótico. Décadas más tarde se iría instalando un criterio opuesto gracias a Louis Pasteur, quien defendió la incorporación de ciertos hábitos, casi ausentes hasta entonces -como lavarse las manos- para prevenir la propagación de enfermedades.
Si bien puede haber preferencias subjetivas y fetiches al respecto, no es exagerado afirmar que a la gran mayoría de las personas una mala higiene -y una mala higiene genital- les resulta un rasgo antiafrodisíaco. Es decir, un verdadero saboteador del deseo, que hasta puede generar repulsión. Y no es un tema menor: muchas personas lo mencionan en las consultas sexológicas.
En este sentido, bañarse todos los días y observar ciertos cuidados básicos son suficientes para conjurar los malos olores, para mantenernos limpias/os. Pero vale la pena repasar algunas recomendaciones respecto de la higiene genital.
En el caso de las personas con vulva, resulta importante no sólo el lavado externo de la misma: también el espacio entre los labios mayores y menores debe ser higienizado, ya que pueden acumularse secreciones en esa zona. Y lo mismo vale para el clítoris. Lo ideal es hacerlo con agua tibia y jabón neutro, con los dedos, suavemente, evitando el uso de esponjas. Las duchas vaginales no son recomendables, salvo prescripción médica, porque pueden eliminar los microorganismos que están presentes en la vagina, protegiéndola.
Por cierto que la limpieza luego de hacer las necesidades fisiológicas es fundamental, pero también hacerla de forma correcta: siempre de adelante hacia atrás, de la vulva hacia el ano. De otra manera pueden traerse bacterias del recto hacia la vagina, causando infecciones. Mejor si el papel higiénico no tiene fragancias, ya que podría resultar irritante (lo mismo pasa con el uso de algunos “protectores diarios” perfumados). Durante la menstruación, es mejor no esperar más cuatro a seis horas para cambiar la toallita, el tampón o la copa que se está utilizando.
Las personas con pene también deben tener en cuenta ciertos hábitos para mantener sus genitales a salvo de infecciones, irritaciones y malos olores. En primer lugar, limpiarse con papel luego de hacer pis es una buena medida. Durante el baño diario, lavar todas las zonas y pliegues, desde la anal hasta la ingle, el pene y los testículos, enjuagando y secando bien para evitar que se acumule humedad y proliferen bacterias y hongos. Los que no están circuncidados deben, sin forzar, retirar el prepucio hacia atrás y limpiar también el glande, ya que en esa zona se acumulan secreciones, conocidas como “esmegma” que, si no se lavan con frecuencia, producen mal olor e irritaciones.
Resulta poco recomendable, para todas las personas, utilizar cremas, perfumes, desodorantes o talcos en la zona genital, salvo que hayan sido prescriptos por un especialista debido a algún tipo de lesión, irritación o deshidratación.
Un hábito saludable es hacer pis luego de mantener relaciones sexuales. De esta manera se eliminan bacterias que hubieran podido ingresar al organismo a causa de la fricción. También sería deseable limpiar los genitales tanto antes como después, sobre todo si se han utilizado lubricantes e incluso si se ha usado preservativo.
Otra sugerencia es elegir ropa interior de algodón, para reducir la sudoración. Y sacársela antes de dormir.